miércoles, 26 de septiembre de 2007

2 + 2 = 3: sólo en México.


Estos son mis principios. Si no les gustan,
tengo otros.
Groucho Marx

“Ante México y los mexicanos, mi madre que está en el cielo y el osito Bimbo declaro decir la verdad”, señaló ayer Vicente Fox ante la avalancha de acusaciones que le cayeron encima desde que Martita decidió mostrar a la gente bien su ranchito remodelado. Seguramente todo es un compló instrumentado por sus enemigos de la izquierda. Lo curioso es que el pleito no lo inició el PRD, sino Lino Corrodi, el amigo de Fox (con esos amigos para qué quieres enemigos).

Por supuesto, el reportaje y las declaraciones de Corrodi echaron a andar al peje, que de inmediato declaró estar dispuesto a retirarse de la política si Calderón encarcela a la chachalaca ladrona mientras que la diputación perredista exigía la renuncia de Ramirez Acuña.

Pensándolo bien, la culpa de todo la tiene Hernán Cortés, que llegó hace quinientos años con un puñado de aventureros, pero encontró a nuestros abuelos peleando unos contra otros en San Lázaro. Cuando llegaron a Tenochtitlan traía más de cincuenta mil aliados indígenas, principalmente tlaxcaltecas. Los aztecas eran mucho más, pero poco pudieron hacer ante las estrategias guerreras de Cortés, que contaba con un moderno armamento.

O quizá el verdadero culpable sea la chachalaca original, Antonio López de Santa Anna que entregó a los gringos en el siglo XIX los estados de Arizona, California, Nevada, Nuevo México, Utah, Texas, parte de Colorado y Wyoming, en medio de en una lucha interna entre liberales y conservadores. Vale recordar que el presidente de México, Mariano Paredes, convocó al país a la defensa ante la invasión del norte, pero la mayoría de los gobernadores se declararon neutrales o en contra del centralismo y votaron en contra de la reforma electoral.

Pero eso fue hace muchos años. El verdadero villano fue seguramente, el conspicuo Gustavo Díaz Ordaz, el dos de octubre de 1968, una semana antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos. Terminó con el ingenuo movimiento de los estudiantes con dos luces de bengala en la plaza de las tres culturas.

O el entrañable Jolopo que pasó la factura a los banqueros de la devaluación y estatizó la banca; o el sub Marcos qué declaró la guerra desde el Estado de Chiapas al gobierno de México. También podemos culpar a Hugo Sánchez, que se dedicó a acusar de todos los males al argentino Ricardo Lavolpe o al mismo Lavolpe que, en cuanto Hugo tomó las riendas de la selección, lo tildó de boludo.

La realidad es que sólo en México podemos hacer la magia aritmética de que dos más dos, den como resultado: tres. Siempre estamos unos contra otros, es parte de la naturaleza mexicana y una sinergia que, aparentemente, no se puede romper. La inteligencia individual se fusiona con la de los demás con resultados negativos. Y no hablamos de la semana pasada, hablamos de doscientos años.

Comunicadores contra senadores, partidos contra partidos, políticos contra ciudadanos, rojos contra azules, azules contra amarillos.

¡Qué pena!

2 comentarios:

Álvaro Ancona dijo...

Publicado en el periódico Reforma 27 de septiembre 2007.

Anónimo dijo...

Si que es una pena Alvaro que se sigan viendo estas cosas en nuestro Mexico...
Encantada de entrar a tu blog y leerte..Un fuerte abrazo sobre todo hoy dia primero de Octubre, este dia tan especial para ti..
Maria