lunes, 17 de marzo de 2008

El oficio más viejo del mundo


Poema de la semana en Poesía Pura
Pregunté al viejo violinista de mis evocaciones
si existía fórmula alguna para aprender el quehacer de la vida.
Me sugirió -con su voz de arpegios- que aprendiera:
a interpretar los doce sonidos para poder
disfrutar la copla de los pájaros y el canto
de las sirenas que enloquece a los marinos,
que me ilustrara en descifrar los cuatro tonos
para gozar la sonrisa enigmática del arco iris
y el manantial que habita en la mirada de los niños,
que obtuviera un doctorado honoris causa en caricias
para apreciar como experto la cercanía de los seres
que el tiempo me permitiera conocer y amar,
que dominara el lenguaje de las palabras adecuadas
para no perder la oportunidad de quedarme callado
o decir las verdades que se fueran desvelando,
que me volviera experto en los aromas
del pan recién horneado, del vino de buena cosecha
y de la piel mojada de las princesas de los cuentos.
Por último me dijo, que la manzana vivía en la cima del árbol
bastaba estirar los brazos para poseerla,
antes de que el director diera la tercera llamada.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi enigmático poeta y finalista profesional de premios literarios. Estoy aprendiendo a reconocer tu prosa.

Jorge Volpi

Álvaro Ancona dijo...

Gracias Maestro, por venir y opinar.