jueves, 13 de marzo de 2008

La vitrina del comedor




Matrioshka

La empiezo a conocer: surge una extraña
detrás de cada rostro la sorpresa
analizo, descifro el laberinto
inicia la aventura. ¡No era ella!
Con el alba aparece un pentimento
nueva rúbrica oculta en su sonrisa
conejo blanco que brinca de un turbante
para recomenzar el juego de la espera.
Cuando luce la más feliz de las mujeres
destapa de un zarpazo la añoranza
el mas resplandeciente de los soles
se torna eclipse e inventa las tinieblas.
¿Quién eres? pregunto ingenuamente
delirio es vivir con todas ellas
niñas, señoras, tigresas y palomas
en el mismo embalaje de madera.


La bailarina

Estática, estética, cautiva en la vitrina.
Veinte años en la misma posición
pose de bailarina, vino de Madrid
no tiene nombre simplemente:
danzarina de Lladró.
Sonrisa inefable mueca de virtuosa
experta sutil, etérea, insondable,
puede romperse con una caricia
con el beso de unos ojos temerarios.
Mi bailarina esencia de porcelana
frágil como sueño de mujer.




5 comentarios:

antonietta valentina bustamante dijo...

Siempre me gustaron mucho estos dos poemas....y para mi sorpresa...vuelvo a llerlos. Serán siempre maravillos

Un abrazo

Anónimo dijo...

La bailaria... ahhh, lindo, bueno leerte Álvaro.

Abrazote
Lucero

Anónimo dijo...

FELICITACIONES

Lucero

Álvaro Ancona dijo...

Antonietta:

estoy recuperando en el blog los poemas viejos. La bailarina y la Matrioshka siguen quietecitas en la sala.

Álvaro

Álvaro Ancona dijo...

Siempre bienvenida, poeta Lucero.