martes, 31 de mayo de 2011

La noche de “El laberinto escondido de Dios” en el Claustro de Sor Juana

por Paloma N. Castellanos. El Universal. 

Sandra Lorenzano, Anamari Gomís, Álvaro Ancona y José Manuel Colmenares bajo la égida de Sor Juana

El solo entrar al Claustro de Sor Juana provoca un Déjà vu en el subconsciente histórico. Se espera encontrar a Sor Juana Inés de la Cruz combatiendo con el filo de su pluma a los necios caballeros del siglo XVII. Eran las seis cuarenta y cinco de una tarde primaveral de jueves en el centro histórico de la Ciudad de México. No conocía ese recinto que al atardecer combinaba la sobriedad monacal de la arquitectura colonial con la algarabía de los corrillos de estudiantes que, entre clase y clase disfrutaban de los patios del claustro con sus Toque Blanche  o gorros de chef y sus cuadernos dispuestos.

Llegué convocada por don Octavio Colmenares Vargas, de “Libros para Todos”, para atestiguar el bautizo de la novela “El laberinto escondido de Dios” de Álvaro Ancona, un viejo amigo del mundo de la poesía. A través de los antiguos muros llegué al Aula Magna ubicada en el primer piso del patio principal y mi primera sorpresa fue encontrar, en lugar del típico presídium, una sala de estar custodiada por un imponente oleo de sor Juana atestiguando la ceremonia. 

Sor Juana Inés de la Cruz esperando a los invitados

Entre las mesas de bar, iluminadas por veladoras, los más de cien asistentes se fueron ubicando para dar inicio a la presentación. En la sala principal tomaron sus lugares, convocados por Sandra Lorenzano, vicerrectora de la Universidad y dinámica conductora del evento, la escritora Anamari Gomís, el autor Álvaro Ancona, y José Manuel Colmenares, en representación de su padre, el editor de la obra. 

Elsa Gamboa, Gaby y Marce Bloise y Marcela Ancona

Y empezaron los detalles diferentes. Sandra pidió a los asistentes relajarse, despojarse de sacos y corbatas, tomar una copa de vino e integrarse al diálogo con el autor y los padrinos. Caminando con un micrófono en la mano ofreció una cálida bienvenida en la que dio a conocer algunos aspectos relevantes del Programa de Escritura Creativa de la Universidad; presentó a los integrantes de la sala y pidió a José Manuel Colmenares iniciar el evento.

Un diálogo profundo y muy divertido

Colmenares habló de la transformación de la escritura de Álvaro Ancona, desde su primera novela “La isla de los pelícanos” que editara Edamex en 1993, hasta “El laberinto escondido de Dios” en la que sacaba al diablo que habitaba dentro de él. Emocionado habló de la trayectoria de su padre como periodista y editor de más de tres mil libros en su carrera. 
Sandra Lorenzano

Después, Sandra introdujo a la narradora Anamari Gomís, doctora en literatura comparada por la Universidad de Nueva York, investigadora, maestra de numerosas generaciones de literatos, y autora de muchos libros como “La portada del Sargento Pimienta” y “Ya sabes mi paradero”.

Anamari habló de la obra de marras, calificándola como una novela completamente estructurada en forma y fondo. Una historia de amor. Un emocionante thriller interrumpido por las divertidas digresiones y juegos literarios del autor. Habló de los personajes mencionando a la deliciosa pareja que forman el jorobado Rómulo y la prostituta Rosa, y del sensacional Cartujo que con su irreverencia le pone la cereza al pastel de la novela. Habló también del autor a quien calificó como un novelista consolidado. 

Anamari Gomís durante su intervención

A continuación, Sandra Lorenzano pidió a Álvaro Ancona que compartiera con el auditorio el génesis de la novela. El autor contó, conversando con familiaridad, que la vieja casona en la que se desarrolla el argumento es la que habitaron sus abuelos paternos en la Colonia Roma, en la calle de Córdoba. Una de esas privadas de fines del siglo XIX con techos altos, escaleras y postigos de madera al estilo de las mansiones de la novela gótica.
Fue su padre, don Carlos Ancona, quien le contó que en el sótano de la casa habían hallado huesos humanos, y la anécdota junto con el recuerdo del jorobado conserje de la privada dio pie, medio siglo después, a la trama del “Laberinto escondido de Dios”.

Álvaro Ancona autor de "El laberinto escondido de Dios"

Sandra Lorenzano invitó a los asistentes a participar en el diálogo literario y el aula magna del espléndido Claustro de sor Juana, se convirtió en moderna ágora, en la que se expresaron ideas desde disímbolos puntos de vista.

Imposible hablar cinco minutos con el autor. La larga fila de asistentes a la caza de la firma pospuso la entrevista para otro día. Había que leer el libro, y de paso, alguno de Sandra Lorenzano y de Anamari Gomís, pero eso será tema de mi próxima crónica literaria. La escalofriante Arcadia de los apóstoles de Amón Ra, de su sicario Rómulo, las originales historias de amor y la insólita etopeya de los personajes que se dirigen a su particular dios, quedará en manos del lector que tendrá que descifrar por su cuenta el final del laberinto.

P.D. para Anamari Gomís. Estoy de acuerdo en que Isadora tiene que terminar su doctorado y regresar a su fascinante mundo intelectual, pero no se lo cuentes a nadie hasta que haya leído la novela.   


3 comentarios:

escribes conmigo dijo...

Estoy seguro que fue una noche explendorosa y en el ecenario del Claustro de Sor Juana, que mas se puede pedir.

Mil felicidades por los libros que recientemente has publicado y seguimos en contacto.


un abrazo fuerte por tan gran logro.

Mario

Álvaro Ancona dijo...

Gracias, Mario: Me hubiera encantado conocerte. Ya habrá una ocasión propicia.

Ana Muela Sopeña dijo...

Felicitaciones, Álvaro:

Espero poder leer tu novela pronto.

Un abrazo fuerte
Ana