miércoles, 25 de junio de 2008

Aprendiendo a morir




Sentado en lo más alto
con el blasón clavado en la cúspide del tiempo
solo resta mirar el camino del ocaso
la autopista de la decadencia
aprendiendo a olvidar
olvidando aprender
buscando acaso las razones que nos condujeron
y las sinrazones que ahora nos exigen
desandar la travesía en caída libre
sin penitencias ni remordimientos
cosechando en el camino de bajada
las semillas que dejamos caer
convertidas quizá en frondosos árboles
o en ramas secas que murieron de sed.
Los cenzontles corean las golondrinas
esa canción que más que música es alma
y los rostros de tres tiempos
padres, abuelos
hijos y nietos
nos dan su adiós con pañuelos blancos
solicitando al gran juez arrastre lento.
Hay que leer los últimos cuadernos
aprender a dibujar un epitafio
arrepentirse de todo lo que no hicimos
y afrontar el resultado de los actos.
Lo hecho, hecho está, querido amigo
no son necesarias plañideras
ni la solemnidad pedante de los sepelios.
Basta mirar los ojos de la muerte
y avalar el epílogo con una sonrisa.

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