lunes, 8 de octubre de 2007

Cuatro pequeños poemas

Sin remedio

Me contagió de juventud y
los médicos diagnosticaron de inmediato:
el aroma de la primavera
y la luz de su sonrisa no tienen cura.

Estás condenado a amarla.


Atrofia temporal

"À la recherche du temps perdu"
Marcel Proust


Corren las horas afuera a la velocidad de la luz
persiguiendo algo que no puedo ver ni escuchar;
quieren llegar en primer lugar a una meta invisible
y romper el listón de los tiempos perdidos.
Nada detiene su loco galopar, excepto…
esta copa de vino reposado en barricas pacientes
y la cómplice Inconclusa de Shubert
que se niega a callar en la serena
tarde de mi tiempo interior.


Brevedades

Fue sólo mirarla, saber que era ella
tierra prometida premio a la paciencia;
de sólo tocarla se encendió mi fuego
un coro de estrellas cantó la Novena.
Fue sólo besarla, perla de ambrosia
visión de un instante, coincidencia frágil.


Serenos buitres, que todavía me muevo

Serenos buitres, que todavía respiro
detengan su planear concéntrico sobre mis huellas
que heredé de mis ancestros abolengo de Ave Fénix
y soy capaz aún de pararme en los hombros
de los mil enanos que celebran mi caída
y tocar las estrellas con las mismas manos
que construyeron estos castillos que admiran.
Detengan la rapiña, que todavía me muevo.

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