En el instante puntual de las cero horas hay un nanosegundo en el que se detiene el péndulo
las manecillas se entregan en efímera cópula
para reunir a la muerte con la trascendencia
en un aquelarre de sangre, sudor y tiempo
que fertiliza el embrión del día siguiente.
2 comentarios:
Me encantó tu nanosegundo, Álvaro. Leerte siempre es garantía de encontrarse con buena Poesía y con muchísimo entusiasmo y vitalidad.
Felicidades
Un beso
Ana
Hubiera adivinado, Ana, que una poeta científica como tú iba a apreciar esta nanolocura.
Álvaro
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