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lunes, 25 de julio de 2011

Presentación en Mérida. Palabras de Carlos Martín Briceño

Por los laberínticos caminos de las letras


Por Carlos Martín Briceño
Conocí a Álvaro Ancona hace más de ocho años, en un diplomado literario que se impartió en el desaparecido Instituto de Ciencias Sociales de Mérida, y adonde recalamos una decena de amantes tardíos de las letras. La nómina de maestros, cómo olvidarlo, era de lujo: Sara Poot Herrera, Elena Poniatowska, Emmanuel Carballo, Beatriz Espejo, Eduardo Antonio Parra, Edith Negrín, Jorge Lara y otros que no me vienen a la cabeza, no por menos importantes, sino porque después de los cuarenta, la memoria comienza a volverse escurridiza.

Entonces Álvaro ya era un autor conocido: había publicado algunos libros y obtenido el premio estatal de novela 1997 que organizaba el Instituto de Cultura de Yucatán. Recuerdo que me gustaba conversar con él durante los descansos. Su trabajo como publicista, aunado a su afición a la literatura, le había permitido atesorar opiniones y anécdotas interesantes que lo distinguían de entre el resto de los alumnos. Incluso, si mal no recuerdo, sus puntos de vista le costaron reprimendas por parte de algunos maestros –léase Emmanuel Carballo- acostumbrados a docilidad en sus pupilos.

“Quiero dedicarme por entero a la literatura, ya no deseo robarle tiempo por culpa del trabajo”, palabras más, palabras menos, recuerdo que me dijo Álvaro en alguna de nuestras pláticas. Aquella sentencia, que para muchos podría sonar a lugar común, en Álvaro se convirtió en un verdadero objetivo de vida. Terminó un diplomado en Letras hispánicas, se inscribió en la Universidad del Claustro de Sor Juana, tomó talleres y se dedicó a leer y a escribir, a buen seguro, con más pasión que antes. El resultado de su perseverancia y entusiasmo pronto dio frutos. En el año 2005, su novela La Arcadia, la misma que hoy nos convoca pero con nombre modificado, logró colarse entre las finalistas del prestigiado premio Planeta.

Dice el propio autor en una entrevista que la trama de la novela se le ocurrió cuando supo que en la casa donde vivieron sus abuelos, una construcción de fines del siglo XIX enclavada en la colonia Roma, se habían descubierto en el sótano unos huesos de cristiano. Entonces su imaginación trabajó a todo lo que pudo y esbozó la que sería este interesante thriller que combina lo arqueológico con lo teológico. Me puedo imaginar al autor investigando, analizando, metido las veinticuatro horas del día en libros relacionados con la civilización egipcia. Porque, hay que decirlo, la novela que hoy nos ocupa es también un viaje por las costumbres religiosas del antiguo Egipto, sobre todo en las técnicas de embalsamamiento de esta cultura milenaria que creía en la reencarnación y en la resurrección de los muertos. A lo largo de sus 153 páginas, el autor se ha preocupado por darnos detalles de la cosmovisión egipcia que, de otra manera, quizá nunca nos hubiéramos molestado en averiguar. No sabemos si en las piedras y columnas de las ciudades egipcias estará todo el Universo, pero continuamente se siguen produciendo todo tipo de espectaculares hallazgos “casuales” que aportan nueva luz a la historia de este pueblo, que, en definitiva, es la historia de la humanidad.


Debo confesar que la lectura de El laberinto escondido de Dios me remontó a otros autores que leí durante mi adolescencia. Volví a Agatha Christie, aquella gran vendedora de libros, quien, por haber estado casada largo tiempo con un arqueólogo, tuvo una fructífera época de novelas que se desarrollaban en los alrededores de la pirámides (Muerte en el Nilo, Poirot en Egipto, Cita con la muerte), recordé a Sir Arthur Conan Doyle, el creador del inmortal Sherlock Holmes, e incluso rememoré a Borges, ya que en uno de sus más famosos y magistrales de cuentos, El Aleph, se lee casi al final del mismo que:
“los fieles que concurren a la mezquita de Amr, en El Cairo, saben muy bien que el Universo está en el interior de una de las columnas de piedra que rodean al patio central… Nadie, claro está, puede verlo, pero quienes acercan el oído a la superficie, declaran percibir, al poco tiempo, su atareado rumor…”

Son, como se ve, muchos los autores que han centrado y basado los argumentos de sus novelas y sus historias en Egipto. Y en este caso, Ancona apuesta por una novela rápida que tiene de todo: aventuras, héroes, villanos, ficción, suspenso y, por si fuera poco, amor. La historia del jorobado Rómulo y la prostituta Rosa, dos seres marginados que encuentran en sus deformidades el pretexto perfecto para enamorarse y dar sentido a sus vidas, es sencillamente encantadora.


Sin hacer de menos la investigación histórica del autor, quizá lo más rico de la novela sean las largas disertaciones que mantiene Isadora, la protagonista principal, tanto con el cura, en rito de confesión, como con su excéntrico cuñado, el sensacional Cartujo, una suerte de hippie del siglo XXI.
Con el primero, Isadora cuestiona la existencia de Dios y se suelta a hablar del papel de las religiones en el mundo moderno. Con el segundo, ahonda en el tema de la relación del ser humano con el baile de una manera tan sencilla, que resulta memorable.
Dicen los que saben que en una presentación sólo deben darse atisbos del argumento para enganchar al lector. Por eso prefiero que sean ustedes, luego de comprar el libro, quienes comprueben por sí mismos hacia donde nos conduce el laberinto que ha diseñado Ancona, pues difícilmente un comentario puede abarcar todo el universo que propone el escritor.


Antes de terminar, no quiero dejar de mencionar que es de llamar la atención que todos los personajes, en algún momento, le hablan a un Dios directamente, en segunda persona. Lo curioso es que no le hablan para agradecerle algo, sino para recriminarle que no meta las manos en el destino del mundo que él mismo creó.
Ahora que lo pienso, estoy seguro que es Álvaro, aprovechándose hábil y mañosamente de sus personajes, quien ha decidido aprovechar algunas páginas de El laberinto perdido…para espetarle a Dios todo lo que se le viene en gana. Lo deduzco por lo que comenta Ancona de sí mismo en su blog:

“Me considero un hombre liberal (en el amplio sentido de la palabra libre), agnóstico, ecléctico, lúdico, posmoderno y desmadroso”.

lunes, 9 de mayo de 2011

Cinco razones para ir a la presentación del libro "El laberinto escondido de Dios" de Álvaro Ancona

Editorial Libros para todos


Fecha: jueves, 19 de mayo · 19:00 Hrs.



1.    La novela

La novela inicia en el velorio de Alonso Casanova, un legendario antropólogo, Mayoral de La Arcadia, cofradía de longevos investigadores de la historia antigua, fanáticos de Egipto. Los herederos acuden a la casa del Tío Alonso, ubicada en una privada en la que viven los ocho apóstoles de Amón Ra, tan famosos por sus libros y ensayos, como por su homosexualidad y su provecta edad. Roberto, acompañado por Isadora, descubre restos humanos en el sótano de la casona y desatando una cadena de sucesos misteriosos que desembocan en el descubrimiento del Laberinto escondido de Dios y del Conjuro de Tutamón, un antiguo rito egipcio que prolonga la vida de los apóstoles de manera asombrosa. Los personajes de la novela se presentan a sí mismos, hablándole a un Dios que el lector tiene que descubrir.


2.    El lugar


El claustro de sor Juana, ex convento de San Jerónimo, sobrio y bello recinto que alberga a la Universidad del Claustro de Sor Juana, se caracteriza por su valor artístico e histórico. Sus patios coloniales y construcciones modernas conviven armónicamente integrando a un tiempo tradición e innovación.


3.    Las presentadoras: 

 Anamari Gomís






Anamari fue mi maestra de narrativa en el Programa de Escritura Creativa de la universidad del Claustro. Célebre ensayista y narradora, maestra de muchas generaciones de escritores, investigadora incansable de la lengua española y una encantadora dama que utiliza como argumento fulminante la sonrisa.
Anamari estudió lengua y literatura hispánicas en la UNAM, maestría y doctorado en literatura comparada en la Universidad de New York.


Sandra Lorenzano



Escuché a Sandra Lorenzano por primera vez en la feria del libro del zócalo capitalino dialogando con Almudena Grandes a propósito de Inés y la alegría, novela que presentaba la autora madrileña y, me impresionó su estilo y la agilidad de la conversación, porque, más que una presentación editorial, Sandra y Almudena charlaban como dos amigas en la intimidad de un café. En ese instante decidí invitarla a la presentación de mi novela “El laberinto escondido de Dios” y para mi fortuna aceptó, fijando la fecha para el 19 de mayo en El Claustro de sor Juana, su claustro, el claustro de todos.

Sandra es una mujer joven, de porte aristocrático y gran personalidad, hiperactiva, que vive en los libros, en las universidades, en las ferias literarias y en los aviones.  Sustento la teoría de que tiene el don de la ubicuidad, porque un día está en Buenos Aires, al siguiente en Los Ángeles, y en la noche haciendo un programa de radio en México.


4.    El autor 



Álvaro Ancona
 Inició su carrera de escritor en 1986 con el libro periodístico “Triunfar es algo muy divertido” publicado por Editorial Diana (grupo Planeta). Le siguieron las novelas “La isla de los pelícanos”, sobre el movimiento estudiantil de 1968 en México; “El Gigante”, acerca del mundo de la publicidad; El libro de cuentos “”10 historias de amor ilegales, inmorales y que engordan” y los ensayos “Herencia de amor”, en el género epistolar y “La diversión empieza a los sesenta” entre otras publicaciones.
Ha sido columnista en diversos periódicos y revistas en México, finalista en premios literarios importantes como el Planeta de Novela, Premio Estatal de Literatura del Estado de Yucatán con su novela “ La última profecía de la Cuenta Larga”, que obtuvo también el Premio “Aires de libertad” a la excepcionalidad literaria.


5.    El vino de honor


Tendremos una degustación de los espléndidos vinos argentinos de la reserva de San Huberto y de quesos gourmet Los Portales.

                  





jueves, 28 de abril de 2011

Sandra Lorenzano.




 Sandra Lorenzano

Escuché a Sandra Lorenzano por primera vez en la feria del libro del zócalo capitalino dialogando con Almudena Grandes a propósito de Inés y la alegría, novela que presentaba la autora madrileña y, me impresionó su estilo y la agilidad de la conversación, porque, más que una presentación editorial, Sandra y Almudena charlaban como dos amigas en la intimidad de un café. En ese instante decidí invitarla a la presentación de mi novela “El laberinto escondido de Dios” y para mi fortuna aceptó, fijando la fecha para el 19 de mayo en El Claustro de sor Juana, su claustro, el claustro de todos.

Sandra es una mujer joven, de porte aristocrático y gran personalidad, hiperactiva, que vive en los libros, en las universidades, en las ferias literarias y en los aviones.  Sustento la teoría de que tiene el don de la ubicuidad, porque un día está en Buenos Aires, al siguiente en Los Ángeles, y en la noche haciendo un programa de radio en México.

Argentina por nacimiento, ella misma se considera como argen.mex, ya que gran parte de su vida ha sido en México. Sandra es escritora, antes que nada; doctora en letras y miembro del Sistema Nacional de Investigadores en México. Su especialidad es la literatura latinoamericana contemporánea,  tema sobre el cual ha publicado numerosos artículos en diversos libros y revistas de circulación nacional e internacional.

Es profesora-investigadora de tiempo completo de la UAM-Iztapalapa y Vicerrectora Académica de la Universidad del Claustro de Sor Juana en la Ciudad de México. Catedrática y conferencista en universidades en México y del extranjero (Universidad Nacional de La Plata, Argentina, Universidad de Buenos Aires, Duke University, Stanford University, New York University, University of California, entre otras).  
Autora de los libros La literatura es una película. Revisiones sobre Manuel Puig (México, UNAM, 1997) y de Escrituras de sobrevivencia. Narrativa argentina y dictadura (México/Argentina, UAM/Miguel Ángel Porrúa Editor/ Beatriz Viterbo Editora, 2001), libro que recibió mención especial en el Premio Nacional de Ensayo Literario José Revueltas 1999.
Su novela Saudades fue publicada en el 2007 en la Colección Tierra Adentro del Fondo de Cultura Económica.


Presentación de la novela "El laberinto escondido de Dios" en El Claustro de sor Juana


El Claustro de sor Juana

El Ex convento de San Jerónimo, sobrio y bello recinto que alberga a la Universidad del Claustro de Sor Juana, se caracteriza por su valor artístico e histórico. Sus patios coloniales y construcciones modernas conviven armónicamente integrando a un tiempo tradición e innovación.

El origen del convento se remonta al primer siglo colonial. Dos casas, la de Alonso Ortiz y la de Isabel de Barrios fueron unidas y ampliadas por doña Isabel de Guevara. El 29 de septiembre de 1585 doña Isabel se enclaustró ahí en compañía de cuatro monjas del Convento de La Concepción con la autorización del arzobispo Pedro Moya de Contreras, fundando de esa manera el primer convento mexicano de monjas jerónimas.

Durante los siguientes siglos el conjunto se transformó hasta ocupar toda la extensión que tiene hoy. Sin embargo, el 23 de junio de 1867 las monjas fueron exclaustradas debido a la aplicación de las Leyes de Reforma. De inmediato el lugar fue ocupado como campamento y hospital militar; a partir de entonces los patios tuvieron varios usos: fueron sede de la inauguración de la Sociedad Literaria Netzahualcóyotl (donde participó el poeta Manuel Acuña)

Por  un decreto presidencial, entre 1976 y 1982 se efectuó la exploración sistemática del deteriorado inmueble. El trabajo interdisciplinario de antropólogos, arqueólogos, arquitectos, historiadores, ingenieros y restauradores, permitió la producción de investigaciones que apoyaron la restitución del conjunto constructivo. De ese trabajo derivó el hallazgo de vestigios de diversa índole rescatados del subsuelo, pertenecientes a utensilios de las religiosas que habitaron el convento. Además fueron descubiertos, en el Coro Bajo del templo, los sepulcros de las monjas.
En el mes de agosto de 1979 en ese espacio recuperado fueron inauguradas las actividades de la licenciatura en Ciencias Humanas, primera oferta educativa de la Universidad del Claustro de Sor Juana, que tiempo después ofrecería nuevas licenciaturas: Arte, Ciencias de la cultura, Comunicación audiovisual, Filosofía, Gastronomía, Humanidades, Literatura y ciencias del lenguaje, Psicología y una maestría en Cultura virreinal. Al campus original se sumó, en agosto de 2003, el Plantel Regina, caracterizado por ocupar una parte de lo que fue el también colonial convento de monjas de Regina Coeli. Es de destacar ahí la presencia de una construcción neoclásica proyectada por el arquitecto Manuel Tolsá para la Marquesa de Selva Nevada.

Son esos muros que preservan una parte medular de la historia de México, los que orgullosamente ofrece la Universidad del Claustro de Sor Juana a sus estudiantes y a sus visitantes.


lunes, 11 de abril de 2011

El sexto amanecer (primer capítulo).


Prefacio

Peter von Wobester regresó a su casa de Mérida, Yucatán después de dejar a Luciano Arteaga en el aeropuerto. Lo vio perderse en el pasillo de acceso y se quedó con el cerebro convertido en un torbellino. Las revelaciones que había escuchado de la voz del joven arquitecto, daban vueltas en su mente a un ritmo frenético. Sus dioses mayas favoritos habían lanzado los dados a su favor, haciéndolo partícipe del más importante testimonio a que podría aspirar un estudioso de la historia y, desde ese momento, uno de los dos portadores de la Última Profecía de la Cuenta Larga a la que le quedaban sólo unos años para cumplirse.

            Regresó a su casa-estudio y empezó a trazar en su mente, y en un cuaderno de rayas, la ruta crítica de su proyecto. Intentaría poner en blanco y negro los extraordinarios descubrimientos. Buscaría en sus archivos la documentación acumulada por décadas y, en su biblioteca, lo escrito por todos los historiadores, antropólogos, arqueólogos, paleontólogos acerca de la última profecía de los mayas, en la que se auguraba el cambio de una era y el inicio de la siguiente Cuenta Larga.
           
Tenía casi cuatro noches sin cerrar los ojos. La información acumulada era tan inquietante, que impedía al antropólogo ligar dos o tres horas seguidas de sueño. Necesitaba dejar reposar a sus neuronas para poder aterrizar con objetividad la cascada de ideas que se fusionaban en su cerebro con muchas décadas de aprendizaje en universidades, centros ceremoniales mayas, conferencias, diplomados y candentes discusiones con colegas de todos los puntos de orbe.
            Permitió a su esposa peruana, inca pura de veintitrés años, a la que llamaba Atahualpa, utilizar sus artes taumatúrgicas y sus manos sabias para aplicarle un masaje de relajación. Comió con avidez los alimentos que le preparó la buena salvaje para saciar el hambre de quince días de frugalidad tropical esperando a Luciano Arteaga en Cabo Catoche. Logró conciliar un superficial sueño, pero los cenotes desbordándose sobre la civilización y los dioses encabronados con los seres humanos blandiendo sus tridentes damoclianos para provocar a las mareas, le impidieron dormir más.
            Permitió a Atahualpa lavarlo con zacate y jabón bajo la regadera y vestirlo con ropa limpia. Una vez relajado y tranquilo inició la escritura de su ensayo. Era un desafío científico analizar objetivamente la información que tenía, dado que era una mezcolanza de evidencias irrefutables aportadas por estudiosos durante siglos, con la carga de fanatismo mágico que lo relatado por el libro sagrado de Ah’ tlán aportaba. En su mente revoloteaban las palabras de Luciano como aves negras. Según Mamalola, una anciana de incontable edad, la última profecía maya, dictada por Rodrigo de Guerrero, hijo del conquistador Gonzalo, rezaba textualmente así.

“Habrá un nuevo Señor en esta tierra. Se afirmará con gran dolor el curso del Katún que viene, cuando acabe el tiempo que ha estado por encima del orgullo de los itzáes. Un tiempo de frescura sustituirá a un tiempo abrasador. Cuando haya terminado el Katún, se verá aparecer a los descendientes de los príncipes cuyos rostros fueron estrujados contra el suelo, los que fueron insultados en su tiempo; y será una nueva cuenta, y terminará la potestad de quienes hoy se autodesignan árbitros universales y solamente han traído el dolor y la guerra. Dios enviará otra vez el diluvio y permitirá a las aguas subterráneas salir nuevamente y cubrir la tierra; y sólo sobrevivirá Ah’tlán, protegido de la devastación por el amor, y bajará el hijo del hijo de Yahvé y dará testimonio de que su padre fue realmente crucificado dos días atrás, y bajará también, como lo prometió el verdadero Dios, el que creó el cielo y la tierra. Los grandes serán pequeños, los humillados serán otra vez grandes, y nacerá el primer hombre de la nueva Cuenta Larga, el sucesor del primer árbol de la tierra, y amanecerá para los que crean, volverá a salir el sol y los mayas volverán a empezar”

Significaba que el quinto sol maya llegaría a su fin en trece de enero del año 2013, cinco años después de ese día.
Durante  cinco días y tres noches, ya que dos las dedicó a dormir y hacer el amor a Atahualpa, revisó libros, apuntes de sus expediciones en cuadernos amarillos  —más de mil acumulados durante cincuenta años— y aceptó la ayuda de dos alumnos de doctorado para que recabaran información sobre el fin de la cuenta larga en Internet.
Encontró la mayor objetividad y precisión en Thompson, pero también analizó los apuntes de Richard Mewaldt, del California Institute of Technology; de Robert Lin, de la Universidad de California; de astrónomos como Richard Berendzen y Bob Kjellming, del Observatorio Radioastronómico de Nuevo México, en Estados Unidos, y de muchos otros científicos que se habían referido al tema.  Con la información resumida, empezó a cruzar las hipótesis acreditadas con los textos sagrados de los códices mayas.

Los resultados empezaron a aparecer en su cuaderno.
El calendario de la Cuenta Larga de 5,125 días había iniciado su andar el once de agosto del 3114, antes de era cristiana, y terminaría, el 21 de diciembre de 2012, fecha aceptada por la mayoría de los estudios, o el once de enero de 2013, día que coincidía exactamente con la profecía de Rodrigo de Guerrero, conservada por Mamalola en Ah’tlán.

Aparentemente  —especulaba von Wobester— los dioses, Javhé y Hunab Ku, volvían a elegir una balsa de escape a la destrucción de la humanidad, semejante a El Arca de Noé, en la que un grupo de elegidos sobrevivirían a la catástrofe para reiniciar el periodo del Sexto Sol.
Dios siempre ofrecía chalecos salvavidas a un pequeño grupo, quizá para no desaparecer Él mismo.

Algunos estudiosos de los jeroglíficos mayas, aseguraban que el once de enero de 2013, el sol pasaría en su órbita elíptica exactamente por el centro ecuatorial galáctico desde el punto de vista de la tierra. Un evento astronómico detallado con precisión en la cosmogonía sagrada de los mayas, que pronosticaba que el Dios Sol renacería al coincidir con la cerviz estelar de la gran Madre galáctica, conocida como “El sendero de Xibalba”. El once de enero de 2013 el sol renacería, parido por una matriz celestial, durante el solsticio de invierno, día tradicionalmente asociado con el nacimiento de la luz después de la noche más larga del año.

Asombrosas coincidencias, pero apenas comenzaban las revelaciones.

El inicio de un nuevo día galáctico, según los astrónomos más reconocidos, lo define la alineación del sistema solar con las bandas de más alta frecuencia de las Pléyades: Alción, Sirio, Arcturus, Orión y Andrómeda, simultáneamente con el solsticio y las siete lunas siguientes.
El día galáctico es un cinturón de fotones, una nube electromagnética o nebulosa dorada. La fecha prevista: once de enero de 2013. Teoría científica del cambio climático que relaciona la atmósfera con los ciclos planetarios solares y galácticos.
Von Wobester recordó que la nube de luz había sido revelada cuando el célebre astrónomo británico, Edmund Halley, reconocido por el descubrimiento del cometa Halley, comenzó una serie de estudios sobre las Pléyades —Las siete cabrillas de los incas— a principio del siglo XVIII.

Al unir la información astronómica, arqueológica e histórica con los códices mayas, surgió en la mente de von Wobester el concepto de la convergencia armónica 2013. Aparecieron las señales de evolución, la mutación de la visión humana, el cambio total de las ideologías creadas con ignorancia durante miles de años, contrarias a la armonía de la naturaleza y del tiempo.
Se acercaba el día de la verdad, un tiempo nuevo para organizarnos en formas de vida pacíficas. Un inicio, según la Última Profecía, sin los engaños de los libros sagrados y sin la civilización falsa de la Torre de Babel.
Una visión original que despertaría a la verdad de la naturaleza humana. El 2013 marcaría el inicio de una nueva etapa para la humanidad y el universo, el fin de la esclavitud del falso tiempo creado por miles de años de civilización egoísta.

En Ah’tlán resurgirá la humanidad observándose a sí misma. Conocer el origen y destino cósmicos, será la clave del encuentro con una inteligencia universal de la que formaremos parte de forma individual y colectiva.
También halló el investigador viejos apuntes sobre Palenque. El más interesante referente al Templo de las Inscripciones, en la tumba de Pakal Votan. Un reflejo imaginario y arquetípico del universo maya. 
Los mayas manejaban dos tipos de calendario. El cotidiano, conocido como el de la “Cuenta Corta”, que marcaba un año de 584 días solares, y el de la “Cuenta Larga” que definía, de manera asombrosamente precisa, los ciclos y las eras de la humanidad y que vaticina también el final del tiempo en el 2013. Momento que marcará la fase final de una civilización global de la Era de Piscis, y el inicio de una nueva era de armonía en la que despertará la consciencia del amanecer galáctico y del sistema solar rehabilitado.

Von Wobester estaba alucinado. Los estudios científicos más reconocidos en el mundo, coincidían con las profecías relatadas por Luciano unos días antes. Las piezas del acertijo se ajustaban de manera exacta.
Y seguían surgiendo los datos científicos para atizar la hoguera de su pensamiento.

Era un hecho comprobado que el sol estaba comportándose de manera errática. En 2005 la tierra había sido alcanzada por una tormenta solar, la más violenta y misteriosa de los últimos cincuenta años. Un fenómeno que pulverizó los modelos de predicción de la ciencia. Los físicos solares observaron una ausencia total de manchas, algo que siempre anunciaba la proximidad de una leve actividad solar que debía producirse entre 2005 y 2006, unos cuantos años antes del cataclismo previsto para el 2013, precisamente en la fecha en la que los mayas profetizaron el final de la Cuenta Larga del Quinto Sol, y el comienzo de un nuevo ciclo cósmico conocido como el Sexto Sol.
La ciencia confirmaba la profecía de Ah’ tlán. Aparentemente, los mayas sabían cosas que los sabios contemporáneos  ignoraban.
Era un hecho que el calendario maya finalizaría abruptamente el 11 de enero de 2013. El sol recibirá un rayo proveniente del centro de la galaxia y estallará una llamarada radiante que provocará que las aguas de la tierra se derramen en tsunamis incontrolables que precederán al nuevo ciclo cósmico.
Según la Ultima Profecía de Ah’tlán, la Cuenta del movimiento terminaría con terremotos, inundaciones, erupciones volcánicas y huracanes catastróficos. El libro secreto de Mamalola describía también las últimas dos décadas precedentes al día del Sexto Sol. Habían transcurrido ya quince años y von Wobester pudo comprobar hasta qué punto se habían cumplido las profecías para decidir el nivel de credibilidad.
Según el texto, el último Katún —tiempo de veinte años— había iniciado en 1992, después de un eclipse total de sol que llegó puntual el 11 de julio de 1991.
En 1994 se produjeron importantes perturbaciones en el magnetismo de la tierra, desorientando a las aves migratorias e incluso a los radares de los aviones.
En 1997 hubo tormentas magnéticas muy violentas y un año después, la NASA detectó la emisión de un inexplicable flujo de energía, proveniente del centro de la galaxia.
El eclipse de sol del 11 de agosto de 1999, fue pronosticado con puntualidad por el “Chilam Balam” uno de los  libros sagrados de los mayas.
Un mes después del eclipse, una misteriosa explosión espacial borró durante horas el brillo de las estrellas.
Terremotos, inundaciones, incendios, explosiones, calentamiento global, erupción de volcanes, derretimiento de los glaciares, aparición de un nuevo cometa, la formación en el cielo de una extraña configuración astrológica con la integración de un signo nuevo.
Un complejo simbolismo que coincidía con la Última Profecía de la Cuenta Larga. El final del último Katún desafiaba a los humanos a decodificar los signos: ¿autodestrucción o transformación? 

Resumiendo la información que le entregaron sus alumnos, Peter von Wobester dedujo que la fecha prevista coincidiría con el pico del la actividad solar y con la segunda parte del tránsito de Venus. Sabía perfectamente que el ciclo de las manchas solares de once años de duración, había siempre provocado  extraños fenómenos en la tierra y en los humanos que la habitaban. Y surgió en su mente una pregunta fundamental: ¿habría alguna relación entre el calendario maya, la profecía de Ah’tlán, el ciclo de las manchas solares y el tránsito de Venus? La respuesta apareció al amanecer como una epifanía: uno de los tránsitos había sucedido entre 1518 y 1526. Años fundamentales en la conquista de México. Ningún historiador había llegado a conclusiones precisas del porqué, un puñado de conquistadores había derrotado al poderoso Imperio Azteca. La clave estaba en una de las profecías, que anunciaba el regreso de Quetzalcóatl en el año uno caña, es decir: 1518. Quetzalcóatl era un Dios asociado directamente con Venus, y se presentaría como un hombre blanco y barbado. 

La llegada de los españoles coincidió con las profecías y bloqueó intelectualmente a los monarcas mexicas. Los sacerdotes habían detectado otras señales importantes, como la erupción del Popocatépetl, el avistamiento de luces en el cielo y el desbordamiento del canal de Xochimilco sobre la Gran Tenochtitlán. El final del Imperio se aproximaba.

Así fue en efecto concluyo von Wobester—. La llegada de los españoles puso fin a la civilización de las pirámides.

Y siguieron apareciendo las coincidencias y los presagios.

El inicio del tercer milenio había traído un incremento espectacular de las catástrofes naturales. Mientras más nos acercamos al 2013, la tierra tiembla, se mueve, eructa nubes de ceniza, gas ardiente y lava.  Las erupciones volcánicas incrementan el efecto invernadero y el cambio climático. Se incrementa la violencia de los huracanes.

Peter von Wobester terminó de escribir.  Eran demasiadas coincidencias, los segmentos del rompecabezas encajaban milimétricamente y su mentalidad científica se declaró derrotada por su alma mística.

Sólo quedaba sentarse a esperar la fecha del inicio del Sexto Sol. A él no le permitirían entrar a Ah’ tlán, la nueva Arca de Noé. 
El péndulo estaba oscilando.
Su destino estaba atado al del resto de la humanidad.