lunes, 8 de junio de 2009

La serenata (Fragmento de novela)


Eres mi bien lo que me tiene extasiado
por qué negar que estoy de ti enamorado
de tu dulce alma que es toda sentimiento.


¿Extasiado? Que estupidez. Insistes con el amor, estás de mi enamorado. ¿Estabas enamorado? El Tamal y el trío hablaban por ti. Imagínate a una niña boba aficionada a RBD, a Shakira y Julieta Venegas oyendo esas cosas. Al otro día me puse a investigar. La canción era de José Antonio Méndez, un compositor cubano que vivió muchos años en México, mis papás y todos los rucos del país adoran sus canciones. Con que mi dulce alma es todo sentimiento. Y cómo diablos podías saber intimidades de mi dulce alma si jamás me habías tirado un lazo antes de esa noche. A pesar de tu inteligencia, era imposible que conocieras los sentimientos que guardaba como tesoro en ese entonces, antes de terminar la carrera. Me hiciste dudar. Reconozco que eres un tipo más inteligente que los demás. Espero no inflar tu descomunal arrogancia con esta afirmación. Eres un cuate que tiene la mente clara y capta lo que otros no pueden. Pero de eso, a que entendieras los avatares de mi dulce alma hay mucha diferencia. Cuando me mandaste al cuerno al día siguiente de mi recepción profesional, me dijiste que las canciones las habían sugerido, el trío y tu cuaderno el Tamal, pero ¿sabes qué?, no te creí una sola palabra. A partir de la serenata conseguí todos los discos, y bajé de Internet las letras. Puedes decir misa si gustas, pero el tiempo me demostró que las canciones fueron elegidas cuidadosamente por ti. Confesaste meses después que las conocías todas. A pesar de que tus cuarenta años que te desfasaban un poco de esas trovas, te las sabías de memoria. No sé por qué a los hombres les mortifica demostrar que son sensibles, o románticos, o débiles. ¡Qué estupidez! Nada atrae más a una niña que el hombre tierno y detallista, no por qué los niños de mi generación se empeñan en esconder su sensibilidad en un nuevo tipo de machismo. En ese sentido no han evolucionado. Los hombres no deben llorar, les enseñan sus mamis, y aprenden la lección desde que juegan Nintendo.

De esos ojazos negros de un raro fulgor, que me iluminan me incitan al amor, eres un encanto, eres mi ilusión…

¿Qué te costaba pedirles a los músicos que cambiaran tantito esa parte? Sabías perfectamente que mis ojos son café clarito, como el color de la miel de las abejas. Pero bueno, tampoco se trataba de hacer enfurecer al tal José Antonio Méndez cambiando la letra de su más célebre rola. Seguramente él se la compuso en su juventud a alguna musa habanera de ojos muy negros. Me puedo imaginar al cubano, robando inspiración en el malecón de la Habana al cielo estrellado del Caribe, para cantarle a su novia, o a alguna mulata que le gustaba. Qué maravilla ser musa de un compositor. Te juro que yo podría enamorarme de cualquier niño que se atreviera a componerme una canción. Aunque fuera mala. No creo que nadie componga canciones o poemas por puro oficio. La inspiración, tiene que surgir del amor a una mujer o a un hombre. El amor es la más poderosa de las fuerzas siderales, eso me lo dijiste tú alguna vez. Pero volviendo a los ojos, a esos ojazos cafés de un raro fulgor, que esa noche te iluminaban y te incitaban al amor. ¿Sabes lo que se siente que alguien te diga esas cosas en la madrugada? Si te incitaban al amor por qué no me lo dijiste el día de mi recibimiento, o al otro día que comimos juntos. ¡A rajarse a su pueblo!

…Dios dice que la gloria está en el cielo, que es de los mortales el consuelo al morir…

A las cuatro de la mañana salió Dios a relucir, afirmando que la gloria estaba en el cielo, que nos iba a consolar después de la muerte. Qué enorme contradicción, si tú mismo me enseñaste que no puede haber mayor gloria que la que vivimos cada día. Qué no hay nada mejor que un amanecer o un crepúsculo, que escuchar la “Quinta sinfonía de Bethoveen” o “Imagine” de John Lennon tomando una copa de vino español de Rivera del Duero. Qué podría haber más sublime en el cielo. Afortunadamente el genial José Antonio Méndez reparó el error con la última frase la canción

…Desdigo a Dios porque al tenerte yo en vida, no necesito al ir al cielo tizu, si alma mía, amor de mi ilusión, la gloria eres tú.

¡Qué final!, coño. Aunque la letra decía en realidad: “bendito Dios porque al tenerte yo en vida”, averigüe después que la original decía “desdigo a Dios”, el autor se atrevía a blasfemar desmintiendo al propio Creador para asegurar después que al tenerme en vida no necesitaba ir al cielo porque la gloria era yo. Cuando José Antonio Méndez vino a México, la censura de nuestro tropical y bananero país lo obligó a cambiar la letra, porque según la mojigatería autóctona, era un pecado mortal andar refutando a Dios. Pero a mí me pareció sublime que alguien se atreviera a decir eso, a asegurar que la verdadera gloria habitaba en la mujer amada. Debo confesarte un secreto. Todos los días oigo esa canción La tengo en mi I-pod grabada en todas las versiones que pude encontrar: Los tres ases, Los diamantes, Luis Miguel, Alejandro Fernández, el propio José Antonio Méndez, Los Trí- o, todas las que puedas imaginar. Las escuchó y me parece que tú eres el que cantas. Tuvieron que pasar años y muchas cosas antes de que me enterar de que la gloria no era precisamente yo.

8 comentarios:

Lilyán de la Vega dijo...

Alvaro,
Descubrí, como suele suceder, tu blog por casualidad. Y me encantó su diversidad de contenido y lo fluido de sus textos. Te seguire visitando.

Saludos desde la Ciudad de México.

Lilyán

P.D. Serñia un honor si pasas algún día por mi blog personal (www.loscuarentaysusalrededores.blogspot.com) o por alguno de mis blogs de poesía (ahí encuentras las ligas).

José Buhardilla dijo...

Gracias Alvaro por visitar mis blog. El tuyo me agrada y lo visitare seguido. Voto por don Arturo y sus huevos. Nos vemos en mis buhardillas. José

cielo claro dijo...

Me he reído con la descripción que haces de ti, y he gozado de la rica lectura que encuentro en tu blog, me encantó Los huevos de don Arturo, me encantó todo, lo pase re bien leyéndote, la verdad eres estupendo escribiendo.... te sigo desde cerca, seguro por aqui me tendrás leyéndote...
Saludos chilenos.

Álvaro Ancona dijo...

Lilyán:

Bienvenida: saludos también del DF. Me encantan las casualidades cibernéticas que unen a los aficionados a la poesía. Seguiremos en contacto.

Álvaro

Álvaro Ancona dijo...

José Buhardilla:

nos leemos, don José. Veo que coincidimos envarios asuntos.

Álvaro Ancona dijo...

Cielo Claro:

Bienvenidísima. La puerta estará abierta siempre para ti.

Ana Muela Sopeña dijo...

Me encantó leer este fragmento de novela.

Álvaro, gracias por pasar por mi oasis particular y colectivo.

En breve estarás tú allí también.

Besos
La undécima
Ana

Pacoswaldo dijo...

Hola Alvaro, creo que hago empatía contigo en la vida e sido de todo un poco, tanto por necesidad como por hallarme conmigo mismo. Fue el mismo año (1986) en que gane un concurso en el colegio de poesía y desde allí fue algo como pasa tiempo, pero en la universidad le expuse a mi proferor de lengua castellana unos poemas míos, como trabajo y sus palabras me animaron, más luego desucrí que las letras, aparte de los números son mi pasión. Te dejo el enlace de mi blog. espero puedas visitarlo.
Un abrazo
Pacoswaldo
http://capitanmanicomio.blogspot.com/