Nowhere man
Sus libros estaban sepultados en polvo.
Su razón en telarañas de colores.
Su corazón en un sarcófago de acero
y su conciencia estacionada en punto muerto.
En los infiernos no lo admitieron
por no ser suficientemente malo.
Los cielos le cerraron sus puertas
por no ser razonablemente bueno.
Los gusanos no se lo quisieron comer.
Se fue desvaneciendo poco a poco,
hasta convertirse en la ceniza de su biblioteca.
6 comentarios:
Pues a mi no se me ocurre mejor lugar para desvanecerme, Alvaro!
Un abrazote
Marian
Álvaro:
Me urge enviarte información para el cierre de nuestro certamen.
Por favor, indícame un correo.
Afectuosamente:
Arturo Juárez Muñoz
paradigmaconsultores@prodigy.net.mx
saludos.
Todo un placer pasearse por tu pulcro cuaderno y estos últimos versos en los que la ironía nos acerca a la vida y hace más amable la muerte.
Salud.
Julio G. Alonso
En el polvo de los libros nos encontraremos, Marian. Quizá sea el cielo de los poetas.
Gracias, Julio. Siempre tienes la palabra precisa para hacerme sentir poeta.
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