domingo, 17 de junio de 2012

Batuta inefable




para Carlos Ancona después de treinta años


Decidió marcharse temprano,

pero dejó una estela de arpegios
para que halláramos el camino,
siguiendo la impronta de su violín
en los silencios del viento.

Había que traducir los doce sonidos
y los códigos en blanco y negro
del pentagrama, para leer
lo que no pudo, o no tuvo
tiempo de decirnos.

Ayuda mucho, haber tenido
un padre luminoso.

2 comentarios:

escribes conmigo dijo...

Bello poema Alvaro.
y feliz día del padre

Mario

Ana Muela Sopeña dijo...

Bello, Álvaro...


Un abrazo
Ana